Houston, ¡tenemos un problema!

Cuando la flexibilidad cognitiva es la solución

En ocasiones, en nuestra práctica clínica los padres dan cuenta de situaciones conflictivas con sus hijos ante la dificultad de afrontar y aceptar los cambios que irrumpen en la vida de los niños y adolescentes:  desregulación emocional, negativismo, mal humor, insatisfacción y quejas constantes, que surgen a partir de un cambio de planes, la modificación de una rutina familiar, una promesa incumplida, etc.

Los niños se enfrentan a muchos problemas todos los días: situaciones imprevistas, dificultades académicas, problemas con sus iguales, dificultades en las actividades extraescolares, etc. Cuando un niño carece de la flexibilidad necesaria para encontrar nuevos caminos para resolver obstáculos y/o conflictos, no sabrá cómo hacerle frente a la situación, generándole sentimientos negativos y disminuyendo su confianza en la capacidad para tomar buenas decisiones por sí mismo.

Estos niños pueden reaccionar de forma impulsiva, sin pensar en las opciones. Por ejemplo, si le quitan un juguete puede golpear al otro niño pensando que es la única manera de recuperarlo. Otro, puede perder amistades por no saber gestionar los desacuerdos y entrar permanentemente en pulseadas por la razón. Algunos, quedan atascados en un sinfín de quejas y malhumores frente a las correcciones de una tarea, insistiendo en las mismas respuestas erróneas…

En las situaciones de conflicto, suele ser habitual que las personas nos apeguemos a creencias y puntos de vista rígidos que dificultan una adecuada resolución de problemas. La capacidad para responder en forma flexible a las demandas cambiantes del entorno o de la tarea es uno de los componentes de las funciones ejecutivas. Se trata de un conjunto de procesos o funciones de orden superior que intervienen activamente cuando es necesario realizar tareas, que por su novedad, complejidad o dificultad, requieren respuestas diferentes a las que habitualmente ponemos en marcha de forma más automática o rutinaria. Estas funciones están formándose y consolidándose durante la infancia y a medida que crecen pueden surgir disfunciones ejecutivas. Otras veces, esta dificultad puede estar más relacionada con problemas emocionales, por ejemplo, con una excesiva ansiedad que bloquea al niño y reduce su capacidad de respuesta.

Todos los niños necesitan aprender a hacer uso del pensamiento reflexivo para resolver problemas por sí mismos; es una de las habilidades más importante para la vida que los padres deben enseñar a sus hijos. Sin embargo, hay muchos adultos que creen que es algo que hacemos sin tan siquiera pensar en el proceso que utilizamos, o no están seguros exactamente de cómo deberían resolver sus propios problemas. El desafío se nos presenta, entonces, cuando la solución es parte el problema: actitudes rígidas y habilidades parentales poco flexibles que dificultan un adecuado aprendizaje por parte de los niños (producto de emociones intensas y/o de rasgos presentes en los padres).

Como terapeutas y orientadores, debemos ayudar a los padres a comprender la importancia de enseñarles a sus hijos a resolver problemas desde pequeños, aunque estos problemas parezcan ser intranscendentes o poco significativos desde la perspectiva de los adultos.

Así, será necesario brindarles herramientas para:

  • Entrenar las habilidades cognitivas necesarias para la resolución de problemas interpersonales: el pensamiento alternativo, de perspectiva y consecuencial, que suelen estar ausentes en las personas ansiosas o impulsivas.
  • Ejercitar el pensamiento alternativo: dar explicaciones diferentes, imaginar alternativas posibles; no solo es necesario para explicar una causa, un hecho o una emoción, sino también para decidir qué hacer ante una situación determinada. Hay alternativas para la acción, es decir pensar otras formas de hacer las cosas y alternativas de percepción, es decir, otros modos de ver las cosas. De estas percepciones alternativas surgen diferentes acciones y reacciones.
  • Encontrar un equilibrio o camino del medio entre considerar la perspectiva del niño/adolescente al mismo tiempo que las necesidades y valores de los padres.
  • Promover el desarrollo de hipótesis flexibles sobre las necesidades, motivaciones y estados emocionales de los niños.

Desde MEJOR-ANDO Juegos que sanan estamos trabajando en un nuevo producto que facilite a los niños el aprendizaje de una estrategia para pensar, ser flexible y resolutivos. Sigue nuestras publicaciones y podrás conocerlo en breve.

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